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Volver a los 17

La serpiente que se muerde la cola. Una imagen que remite a los siclos, a un retorno al inicio sin esperanza de salida. Sin embargo, mientras escuchaba la dulce voz de Mercedes Sosa comprendí dos cosas. La primera es que las canciones que se cantan con el corazón hacen detener la vida, disfrutar y reflexionar. Pero bueno, eso es otro cuento.


Por otra parte, me detuve cuando escuché que “el amor hace niño al anciano”. Esto me hizo preguntarme ¿Cuántas veces he vuelto a los 17? ¿Cuántas veces hemos vuelto a vivir?


Propongo dos figuras. La primera es una línea recta que como cualquier otra tiene un principio y un final. La otra se trata de una espiral, tal vez hipnótica, tal vez irregular. Volver a los 17 es dar una vuelta a la espiral, es recordar lo que se hizo, lo que pasó.


Cada uno puede elegir la forma en que quisiera comprender el desarrollo de la vida. Por ahora quisiera asumir que cada vez que hacemos un pare en la vida la espiral se va haciendo más grande.


Volver a los 17 es conocer la historia de nuestra vida. Volver para reconciliar lo que en su momento pasó y sigue doliendo. También es amar los pasos dibujados en el camino incierto del tiempo.


¡Oh! El tiempo… Ese que se encuentra aletargado entre una incertidumbre y la neblina del recuerdo.


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