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Humanidad vs tecnología

“¡Cuánta fortuna tenemos en la tecnología que hoy nos rodea! ¡Cuán afortunados somos al ser la generación que ha visto tales desarrollos!” Estas parecen ser las consignas de nuestra sociedad de hoy entregándose felizmente a este gran acontecimiento de la humanidad. ¿Será que todo es tan maravilloso? Tal vez no lo sea, pero siempre y cuando mi celular me diga lo que quiero ver y oír el resto no importa.

Hoy las personas estamos experimentando un fenómeno que jamás se había visto en la historia: el avance tecnológico. ¡Y que maravilloso descubrimiento! Estos aparatos han llegado para alivianarnos el duro peso de nuestras vidas, las agobiantes cargas de lo que implica vivir en la vida real. “Escapemos de este mundo que se pone frente a nosotros, no tenemos por qué soportar tanta realidad”. Mejor será entregarnos a las brillantes y alcahuetas pantallas. Sí, mejor es abstraernos de la miseria, de la sangre, de la violencia, de un mundo que espera nuestra acción; es mejor vivir tranquilos en un mundo ficticio que nos propone mayor comodidad.


Qué le pasa a esta sociedad que ahora se sienta en el comedor a alimentarse (los que tienen para comer) y ya no hay conversación, no hay miradas, ni siquiera hay discusiones de calidad. Dónde están los niños que antes solían salir a incomodar a los vecinos en las calles rompiendo vidrios con un balón; peleando entre arena; disecando insectos; corriendo por las cuadras de los barrios hasta el ocaso del día. Ahora están sumergidos en una pantalla que les muestra a otras figuras ficticias jugando por ellos; ahora encuentran diversión en un aparato que, a veces, los abstrae de su propia realidad familiar. ¿Y sus padres? Sonriendo alegres porque ya sus hijos están entretenidos, ya no fastidian.


¡La tecnología nos ha robado vida, familia, sociedad! La tecnología, las redes y sus influencias nos han quitado la posibilidad de aparecer en el mundo como seres particulares. Ahora muchos queremos vestir como se viste tal, hacer lo que otro hace, escuchar la música que el famoso escucha. Algunos me dirán que estas cosas son delirios de alguien que se quedó amodorrado en el pasado. ¡Que me digan lo que a bien tengan expresar! Por lo menos algunos de los que me criticarán se habrán tomado la molestia de leer y ver en la pantalla algo distinto a las estupideces que comparten unos cuantos alienados al “qué dirán”, al “Like”.


¿Hay solución para combatir la nueva garra de un capitalismo que cada vez se camufla más en medio de las masas? Yo propongo una: la vida filosófica. Y con esto no propongo que se repita a los griegos, a los modernos, a los analíticos, etc. No. Aquí, la vida filosófica juega un papel casi mesiánico, pues la filosofía invita a pensar, a reflexionar y a problematizar. ¡Cuánta falta nos hace hoy día! La filosofía, si se toma en tal sentido, se nos presenta como un espejo que nos permite volver nuestra mirada sobre la desfigurada condición humana. La filosofía no nos dará la solución, pero por lo menos abrirá los ojos enceguecidos por el deslumbrante “progreso” tecnológico. Así pues, llamarán estúpidos, delirantes, locos, a aquellos que proponen tales cosas “inútiles”. Pero los “inútiles”, silenciosamente, experimentarán la cruda y cochina realidad, vivirán. Mientras tanto, los “útiles” seguirán buscando construir una vida ficticia y vacía como su razón.

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