Reflexiones sobre: La tragedia - "Aforismos, cultura y valor" de Ludwig Wittgenstein
- Marlon David Rojas
- 26 mar 2023
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 26 mar 2023
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(IX) "La tragedia consiste en que el árbol no se dobla, sino que se rompe"
¿De qué hablamos cuando hablamos de tragedia? Sin lugar a dudas viene a nuestra mente hechos catastróficos, los cuales son capaces de alterar la vida de un individuo, por más fuerte que éste sea. Hechos que, diría mi querido Wittgenstein, conformar el mundo y la realidad. ¿Cómo concebir que eso que causa dolor hace parte de la realidad? Efectivamente. Para él en el Tractatus la realidad será concebida como lo que es el caso y lo que no es el caso: lo que puede ser o es, y lo que no es evidentemente. En ese orden de ideas, el hecho trágico hace parte indubitablemente de la realidad.
¿Cómo comprender que esa realidad cruel también es realidad? ¿Por qué debo aceptar? Si mi mundo soy yo y mis hechos, ¿no puedo cambiarlos a mi gusto? Al preguntarnos esto podríamos decir: ¡Claro!, hay hechos que podemos cambiarlos; sin embargo, y con pesadumbre también hay otros con los cuales no podemos decir lo mismo. Se rompe. ¿Es inevitable que la rama se rompa? Por más fuerte y bien erguida que se encuentra, llegará el punto en el cual, sin pedir permiso o autorización, separará sus fibras y se desprenderá de su tronco. En ocasiones simplemente se doblará, empero no siempre gozará con la misma suerte. Llegará el punto que su separación será definitiva.
Mas, aunque aprecio a mi querido filósofo austriaco, tendría algo por decirle, no sin irrespeto ante su eminencia: que la rama se doble no implica una tragedia. ¿Cómo osas decir eso? Claro, cuando la rama se corta da la posibilidad a que, en el tronco, en aquel lugar en donde residía, empiecen a germinar pequeñas plantas, flores, incluso una nueva rama. La rama que se rompe empezará un nuevo ciclo, una nueva vida: será leña para calentar, será viga para construir, será adorno para decorar. Será casa para la hormiga y el gusano; será abono para el hongo y comida para la polilla; será recuerdo que viene de algo más grande... Ahí no hay tragedia. Es más, imposible sería afirmar que se da una tragedia. Pues, se quiera o no, tomará un nuevo rumbo en el cual su intención y vocación estará orientado a un nuevo espacio, a un nuevo telos. Pero él habla de un árbol Aplícale lo mismo.
La tragedia estaría en olvidarnos de las raíces: de cuidarlas, alimentarlas, regarlas... La tragedia está, no en que el árbol caiga, al fin y al cabo, ese será su destino, sea lejano o cercano. La tragedia está en no ser capaces de cuidar cuando se tiene. En no aprovechar cuando se cuenta con ello. ¡Qué tragedia! Pero, ¿la muerte no es una tragedia? Es una tragedia cuando en la consciencia no queda la satisfacción de haber acompañado en el momento previo a ella. Es tragedia cuando nunca se le dijo al ser que se va: ¡Te amo! Es tragedia cuando no se compartió ni un solo momento de alegría que se perpetúe en la memoria. Eso sí es una tragedia. De lo contrario, no. El árbol tendrá que partirse, la rama tendrá que doblarse, mas nuestra memoria será la jueza y nos dictará si nos duele o no.
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