top of page

Miedo: el plato fuerte

En un lugar a las afueras del norte de Santander hay un pequeño pueblo compuesto por seis cuadras que se sitúan alrededor del parque central. En el parque hay una suerte de coliseo con cancha de basquetbol y microfútbol. Allí, recuerdo alegremente, corren niños descalzos de un lado a otro persiguiendo un balón y gritando fuertemente: “pájela aquí, toche”. Junto a la cancha se encuentra la capilla San José donde pasé unos cuantos días acompañando a la comunidad de este sector. Las calles pavimentadas se extendían a lo largo de las cuadras y hasta cierto punto de la salida del caserío, pues parece que en la idea de los gobiernos locales aún no registra la necesidad de una carretera secundaria para este pueblo que conecta directamente con la frontera venezolana.


Además del olvido estatal sobre esta porción de tierra fronteriza, las personas que habitan el lugar han sido víctimas de un monstruo que ha azotado el territorio por mucho tiempo, una bestia maligna que merodea los alrededores sembrando el miedo y el terror en medio de los habitantes. Esta malvada creatura decide quién pasa por la frontera y quién no lo puede hacer. Antes vivía otra creatura parecida que, según los relatos de los habitantes del pueblo, era todavía más temida y sanguinaria que la actual. Dicen las personas que esa creatura entraba en las noches, cuando todos dormían y se llevaba a las personas que quisiera. Luego que desaparecían, encontraban despedazadas a sus víctimas o alguna parte de ellas flotando en el río, al parecer la bestia no pretendía comérselas, sino que parece que se deleitaba oliendo el aroma del miedo que imperaba en medio de las personas.


Un día en que el sol se encontraba en su punto más alto y los rayos se estrellaban en los tejados de lata de las casas del pueblo, un fuerte temblor se sintió en el suelo. Los habitantes, que se encontraban en frente de ventiladores o bajo los árboles que dan sombra, quedaron asustados porque sabían qué significada ese temblor que ya habían experimentado en otras ocasiones: la temida bestia se acercaba. De pronto empezaron a experimentar que el temblor era más fuerte y ahora venía acompañado de fuertes gruñidos que retumbaban estridentemente en las calles calurosas y ahora vacías. Mientras la gente se tiraba al suelo y se escondía bajo camas, mesas o colchones, se acercaban dos monstruosas criaturas de gran tamaño y de aspecto aterrador. Ambas se parecían, por no decir que eran casi la misma cosa, sus dientes amarillos y afilados, su mirada inyectada en sangre, su piel de un color verde que le servía para camuflarse en medio de la naturaleza. En cuanto a su forma, es difícil describirla: su rostro era deforme y su tamaño era de unos tres metros de altura; sus pies eran tan grandes que aplastaban cualquier cosa que se pusiera en su camino.

Mientras los habitantes seguían escondidos en sus casas, unos llorando, otros mirando angustiadamente por la ventana y otros simplemente pidiéndole a su Dios que los protegiera, las criaturas entraron al pueblo peleando con dientes y garras. Mientras se perseguía la una a la otra, destruían todo a su paso. El temblor era fuerte. Las bestias continuaban persiguiéndose, atacándose entre sí y empujándose contra las paredes de las casas. La cruenta lucha duró alrededor de dos horas, pero dejó destruidas varias casas y las calles estaban ahora irreconocibles. Una de las bestias salió huyendo y se estableció en otro territorio cercano, pero le cedió el terreno que era de su dominio a la nueva criatura que, según dicen hoy los pobladores, es menos sanguinaria. Sin embargo, continúa su incertidumbre de que en cualquier momento algo pueda volver a ocurrir y no corran con la misma suerte. Pues, por fortuna, ningún habitante murió o resultó herido en aquella aterradora tarde.


Dicen los habitantes que la criatura que ahora ronda esos lugares, solo se aparece en ocasiones y no les atormenta tanto como la anterior. Pero a veces las dos bestias se vuelven a encontrar y, a lo lejos, se escucha la fuerte batalla que se desata entre estos horribles monstruos que se disputan aquel territorio donde el miedo y la incertidumbre rebosan, plato exquisito para sus asquerosos paladares. Es impresionante el miedo que acosa a las personas de aquel hermoso corregimiento. Tanto así que cuando hablan de aquellas bestias, bajan la voz, tiembla su respiración, y miran con precaución hacia todos lados como evitando ser escuchados por alguien más. De corazón espero que llegue el día en que esas criaturas horribles dejen de atormentar a esta pobre gente y se marchen para siempre, dejando de agobiar de forma desmedida a los demás simplemente por un capricho salvaje y devastador.

Entradas recientes

Ver todo

2 Comments


Leí el titulo y me llamo la atención y mientras leía se me hacia imposible no recordar todos aquellos momentos de los cuales muchos fuimos victimas. Es una realidad que hoy en dia se vive en nuestro país y lamentablemente es una realidad que se ha vivido por añ0s.

Like

Rocio Prieto
Rocio Prieto
Jan 01, 2023

Exelente escrito jefferson esto nos deja pensando mucho q depronto algunos de nosotros nunca nos detenemos a pensar q hay muchos rincones de nuestra querida colombia en tanto conflicto y los mas perjudicados son nuestros niños q son el futuro.

Like
bottom of page