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Judas

Poco más de un lustro esperando.

Todo se ajustó en el Universo

en ese diminuto instante.

La luz, la sombra; la lluvia, el frío;

los cigarrillos, el licor; la noche, la luna,

todos expectantes, ansiosos esperando.

Las estrellas que rayan en cielo, ancladas al espacio observaban.

¿Qué esperaban?

Milésimas de segundo.

La respiración, la serotonina, cada célula;

tu sístole y mi diástole.

Dos cuerpos en uno

¿esperando qué?

Espacio y tiempo;

angustia y esperanza, soledad y regocijo;

lujuria y amor. ¿Qué aguardaban?

Todo, en un momento corto,

que unido al tuyo se hizo eterno.

Todo suspendido.

¿Para qué? ¡Qué ironía! Absurdismo.

Para que en ti terminara,

para que en tu corazón apagaras

lo que quemaba mis entrañas.

Lo que para mí fue o quizás sea el inicio,

para ti fue el culmen.

Todo está consumado.

Con un beso has vendido todo.

Más me hubiese valido haberte esquivado.

Seguiría ese camino ciego.

Ignorante, pero no traicionado.

Admito, también fui culpable.

Fue mi culpa.

Razón tenía Benedetti.

“la culpa es de uno cuando no enamora”.


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