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Funcionalismo, cerebro y mente

Por medio del presente texto se pretende caracterizar la propuesta del funcionalismo en relación con el problema mente cuerpo. Para ello, tomaremos el siguiente itinerario: primero, presentar la tesis y principales argumentos que sostienen a la propuesta del funcionalismo; segundo, elucidar la relación entre la mente la mente y los estados mentales; tercero, caracterizar el funcionalismo de Armstrong, Lewis y Putnam; y como último punto, presentar sucintamente una postura frente a la propuesta funcionalista. Para esto se partirá del texto “El funcionalismo” del libro Filosofía de la mente (2006) de Carlos Moya.


El funcionalismo


Carlos Moya indica que el funcionalismo es la tesis en la que se afirma que las propiedades mentales son propiedades funcionales. Cuando se habla de propiedades funcionales se refiere a la disposición que tiene un objeto F para llevar a cabo una función causal en un contexto determinado; de modo que “todos aquellos objetos que tengan esta aptitud puede decirse que tienen la propiedad funcional F y pueden clasificarse como Fs, aun cuando difieran ampliamente de sus propiedades físicas de primer orden”. Según esto, los rasgos mentales estarían dados por la capacidad que se tiene para llevar a cabo una acción específica. Como ejemplo de esto, el autor presenta los casos del reloj, el carburador y el dinero. Cada uno de estos objetos sería lo que consideramos, de acuerdo con su capacidad de llevar a cabo la acción a la cual está destinado. El reloj lo es por su disposición para marcar la hora; el carburador para mezclar aire y gasolina; y el dinero como medio de cambio.


Ahora bien, podría preguntarse que si esta disposición o capacidad para llevar a cabo una función está supeditada a la estructura física del objeto. Frente a esto tendría que decirse que sí existe una relación entre lo físico y la propiedad mental, pero que la segunda no se encuentra exclusivamente determinada por la primera; verbigracia, existen diferentes tipos, según su estructura física, de relojes, carburadores y dinero: relojes de arena, analógicos, de pared, entre otros; carburadores dobles, de difusor variable o cuádruples; lo mismo que dinero físico o electrónico. Aunque se puede apreciar que al interior de estos conjuntos existen diferencias en sus propiedades físicas, tienen las mismas propiedades funcionales; de modo que “las propiedades funcionales no son idénticas a propiedades físicas”. Sin embargo, indica Moya que existe el caso en el que las propiedades funcionales dependen de las propiedades físicas, frente a esto dice: “si dos objetos difieren en sus propiedades funcionales, han de diferir en sus propiedades físicas”. Esto implica que dos objetos que no tengan la misma propiedad funcional, por tanto, no tendrán la misma propiedad física. El ejemplo del reloj, el carburador y el dinero vuelve a ser útil en el sentido de que cada uno tiene una función diferente, por lo cual, sus propiedades físicas necesariamente cambian. De modo que, las propiedades físicas sí tienen cierta inferencia en las propiedades funcionales. Esto es lo que se podría denominar la superveniencia y la realización. El primer término, Moya citando a Davidson dice: “no puede haber dos eventos iguales en todos los aspectos físicos pero que difieran en algún aspecto mental, o que un objeto no puede cambiar en algún aspecto mental sin cambiar en algún aspecto físico”; de modo que la superveniencia indica que existen unas condiciones suficientes en un objeto para considerar su funcionalidad. Se puede tener varios tipos de relojes, sin embargo, la importancia radica en aquello que les permite llevar la función de marcar la hora. Estas condiciones suficientes en el reloj sería lo que se consideraría como “una base de superveniencia”. Frente al término de la realización, el autor indica: “las propiedades funcionales tienen realizaciones físicas; las propiedades físicas realizan las propiedades funcionales”. Esto indica que dada la función de un objeto x, este se realiza por medio de unas propiedades físicas y; por lo cual, todo objeto que tenga estas mismas condiciones físicas y, podría realizar las funciones de x. Ahora bien, es menester aclarar que estas bases de superveniencia y realización tienen muchos otros conjuntos de propiedades que también pueden llevar a cabo una función específica, de modo que puedan tener las condiciones físicas suficientes de y para realizar la función x, sin embargo, esto no implica que necesariamente sea el objeto y. De ahí que el autor indique:


las propiedades funcionales tienen múltiples realizaciones (o múltiples bases de superveniencia) físicas, o que son multirrealizables desde el punto de vista físico. No hay, pues, relaciones de equivalencia lógica o nomológica entre una determinada propiedad funcional y una determinada propiedad física.


De acuerdo con lo anterior se podría tener un objeto que cumpla con las condiciones básicas de superveniencia, por ejemplo, de un reloj, empero de ahí no se sigue que necesariamente sea un reloj, pues su realización podría ser la de un cronómetro. De ahí que el autor hable de que tanto superveniencia y realización son relaciones asimétricas.


El funcionalismo, la creencia y el cerebro


Se ha planteado brevemente en qué consiste la propuesta del funcionalismo, el cual afirma que las propiedades mentales son propiedades funcionales de determinados seres. De ahí que se podría derivar que, si se posee una organización de propiedades físicas en el cerebro, entonces se podría tener estados mentales, como por ejemplo una creencia en algo. Frente a esto, tendría que recordarse dos cosas: la primera, que no necesariamente de tener unas propiedades básicas de superveniencia, se sigue una idéntica realización de funciones; y segundo, que la creencia en algo tiene detrás toda una red de otras creencias, estados y procesos los cuales cumplen un papel causal adecuado en la organización del sujeto. De este modo, el encontrarse en un estado de creencia determinado, implicaría previamente toda una serie de procesos los cuales me han llevado a ese estado. Moya citando a Phillip Pettit muestra cómo se puede tratar esto en términos del input y el output. Dado un estímulo a (input), vinculado a otras creencias y procesos previos, se tiene una respuesta y se encuentra en un estado determinado b (output). De ahí que no se pueda realizar una reducción de los estados mentales, como la creencia, a propiedades exclusivamente físicas; pues ellos implican más que conexiones neuronales.


Frente a lo anterior, se podría dejar de lado el problema de que para asumir un estado mental necesariamente debería tenerse un cerebro humano. Pues “cualquier sistema que presente la organización funcional pertinente tiene estados mentales, sea cual fuere su constitución interna”. El punto no radica tanto en la capacidad de propiedades físicas de las cuales se compone un objeto, sino en la capacidad de propiedades funcionales de llevar a cabo una acción. Moya indica que hay quienes rechazan esta posición y otros que la aceptan. Estos últimos arguyen que la no aceptación de esta propuesta radica en un prejuicio antropológico. Ahora bien, esto anterior se podría explicar en la medida en que el funcionalismo no busca una identidad de propiedades mentales y físicas. No se pretende hacer una relación universal que sea directamente proporcional entre estas dos entidades, sino que, por el contrario, se propende a una identidad de particulares mentales y físicos, no con una intención de generalización. De ahí que se podría considerar que en el funcionalismo se podría prescindir, hasta cierto punto, de una red nomológica de leyes psicofísicas. Pues lo que se busca en esta propuesta teórica es reducir “los conceptos mentales a conceptos funcionales” ; de ahí que no exista, según Moya, nada de especial en lo que se caracteriza por propiedades mentales, pues estas pueden ser realizadas por cualquier objeto que cumpla con unas condiciones físicas de superveniencia , pues “para cada propiedad psicológica, hay una descripción funcional que no contienen términos mentales, tal que no es posible […] que un ser satisfaga esa descripción y no posea la propiedad psicológica en cuestión” .


Armstrong, Lewis y Putnam: diferentes formas del funcionalismo


En este apartado enunciaremos las propuestas de D.M. Armstrong, D. Lewis y H. Putnam, quienes proponen dos formas de concebir el funcionalismo, a saber: funcionalismo analítico y funcionalismo computacional. En el primero, Armstrong propone que “los estados mentales, […], son aquellos estados, sea cual fuere su naturaleza intrínseca, que pueden desempeñar ciertos papeles causales”. De modo que se relacionan dos situaciones, por un lado, un hecho físico como un golpe, que tendría como consecuencia una reacción, evidenciado así un concepto de dolor. De ahí que para Armstrong si se llegaba a la certeza de esto, entonces se podía identificar ese papel causal con un estado cerebral. La misma perspectiva asume Lewis:


“un estado mental M (digamos, una experiencia) puede definirse como el ocupante de cierto papel causal P – esto es, como el estado, del tipo que sea, que está causalmente conectado, de un modo determinado, con estímulos sensoriales, respuestas motoras y otros estados mentales”.


De modo que, a partir de esa relación causal podría llegarse a asumir que los estados mentales son estados neurológicos. Sin embargo, esta concepción, según Moya, puede resultar ambigua en tanto no queda muy claro si un estado mental determinado es un estado neurológico determinado o si un estado mental particular es un estado neurológico particular. Frente a lo segundo, se tendría que decir que un estado x es definido por su relación con otros estados similares a x, no necesariamente con su constitución física y neuronal; de modo que estados que pueden ser físicamente diversos podrían llevar a cabo ese mismo estado x.


La segunda propuesta del funcionalismo se encuentre en Hilary Putnam quien asume que “un computador es un modelo de la mente y sus relaciones con el cuerpo”, en donde el software sería al hardware lo que la mente al cuerpo. Para ello, toma como referencia la máquina de Turing, la cual es un sistema que se describe por una tabla en la que se encuentra una serie de estados e instrucciones, que especifican una serie de relaciones entre un input y un output. Así, este sistema tiene la capacidad para identificar la entrada y poder generar una salida, creando un cambio de estados internos. Estos estados se definen en términos funcionales dependiendo de las instrucciones que se den. De manera análoga, esta propuesta indica que el ser humano puede ser visto desde esta misma perspectiva, asumiendo que, dadas ciertas entradas, se generan cambios de estados, que luego generarán una salida, ya sea una acción, pensamiento, o expresión:


“la capacidad de tener estados mentales consistiría en poseer una descripción en términos de una determinada tabla de máquina, es decir, en la posesión de una organización funcional adecuada. Y finalmente, tener un estado mental de cierto tipo, por ejemplo, el dolor, sería hallarse en un estado determinado estado funcional”.


A modo de cierre


Frente a la propuesta del funcionalismo, se comparte la idea de Moya en que esta perspectiva podría reducir drásticamente la concepción que tenemos de ser humano y de humanidad misma. Esto podría incluso llevarnos a enunciar la pregunta: ¿qué se dice cuando decimos ser humano? Si este solamente es concebido por una serie de circuitos que realizan una serie de algoritmos, entonces una máquina podría ser concebido como tal. Empero, podría plantearse también que el ser humano implica un contexto, cultura, sociedad, entre otros muchos factores, los cuales influyen en la forma como se es y cómo se actúa. En ese orden de ideas no se limita solamente a unas propiedades de tipo funcional o neuronal. Además, el seguir un paradigma como el de la máquina de Turing implicaría caer en una suerte de determinismo, el cual frente a una situación A respondo con una acción B, sin la posibilidad de poder salir de esa relación causal; dado esto, y con un tinte más ético o moral, ¿cómo se concebiría la libertad y la voluntad desde el funcionalismo? Y como último punto, teniendo en cuenta que según el funcionalismo los estados se encuentran interrelacionados con otros estados, ¿cómo es posible esa relación? ¿qué garantice que se lleva a cabo?



Bibliografía

Moya, Carlos. “El funcionalismo”. En Filosofía de la mente, 2a ed. Valencia: PUV, 2006.







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