El cofre de los recuerdos
- Gabriela Albornoz
- 26 mar 2023
- 2 Min. de lectura
Tengo un cofre de recuerdos bajo llave.
Desde el día en que lo cerré me prometí no volver a abrirlo nunca.
He intentado lanzar la llave y sacar el cofre de mi casa, pero cada vez que lo intento me quedo observando nuestros recuerdos juntos.
Desde el primer día hasta el último en que te vi.
Me gusta recordar nuestros momentos más hermosos, pegar las imágenes mentales en la pared y sentirlas con el corazón.
Pero... también recuerdo los momentos tristes donde sentí que ya querías irte, que querías que saliera de tu vida para siempre.
Y pienso en lo que pude haber hecho mejor, en cómo no pude hacer que te quedaras, que me quisieras y siento que soy la culpable de esta tristeza, de este vacío.
Me pregunto si también tienes un cofre de recuerdos sobre mí.
¿También lo guardas bajo llave?
¿También quieres lanzar la llave y sacar el cofre de tu casa?
Yo creo que no lo tienes, no fui tan importante para ti. Y si lo tienes, no creo que se encuentre bajo llave ni que sea especial.
Probablemente guardes nuestros recuerdos en ese cofre donde tienes las historias cotidianas de esas que le cuentas a todos por que no tienen valor.
También me pregunto: ¿Si te volviese a ver el cofre se abriría sin que ponga la llave? De seguro sí, y no lo volvería a cerrar pensando en que vuelvas y deba guardar más recuerdos.
Por esta razón, Dios no ha permitido que te vea, que te encuentre en una esquina o que tu hermosa sonrisa aparezca de repente ante mis ojos, caería de nuevo, lo sé.
¿Hasta cuándo guardaré ese cofre?
Mi casa necesita espacio, y tu cofre es tan grande que llena esta habitación. Y necesito esta habitación. Quiero esta habitación.
Pero...
Siento que, si lanzo la llave y saco el cofre de mi casa, mi esperanza de algún día verte y que me quieras desaparecerá.
Y no quiero que desaparezca.
Siento lo que muchos sienten, que no volveré a encontrar a alguien como tú. Alguien con quien mi corazón se conecte desde el primer día. Y me aterra.
Pero, no puedo más con este vacío, esta tristeza y esta nostalgia.
Decido, incluso con mi esperanza viva de que volverás, sacar este cofre de mi casa y lanzar la llave por la montaña.
Dios se encargará de esconderlo y yo de no buscarlo.
Y si algún día vuelves...
Primero veremos si hay espacio en mi casa antes de buscar el cofre, recuperar la llave y abrirlo para guardar más recuerdos.
Y si no hay espacio, no construiré otra habitación en casa, ya rompí tantas paredes, quebré tantas baldosas y cambié tanto los muebles, que no resistiría.
Y tu cofre no volvería a entrar, y no volveríamos a crear recuerdos, seríamos desconocidos de nuevo y la esperanza desaparecería.
Y si no vuelves, adiós y gracias
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