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¿Dónde está la ética?

La ética se ha construido durante la antigüedad, la modernidad y la contemporaneidad, moviéndose en ejes específicos respectivamente. Por eso, Reyes Mate afirma: “[p]ara la ética de los antiguos ese eje era el concepto de la virtud; para los modernos, el deber y, para los contemporáneos la responsabilidad” . En la antigüedad, la virtud es ese fin al que los miembros de la polis estaban llamados, y esta requería algunas exigencias para alcanzarla. Por el contrario, en la modernidad, la ética del deber rompe con las limitaciones que al hombre se le habían impuesto, más bien, inaugura una nueva ética donde va a primar la autonomía del sujeto, sin embargo, esto marcó la manifestación exagerada del yo que opacó al otro.


Si bien, la ética tanto en la antigüedad y en la modernidad han marcado un sello imborrable en la polis y en la sociedad, hacía falta que la ética dejará de exaltar exageradamente el yo y sus fines, y más bien, se preocupará por la responsabilidad que tenemos frente a las atrocidades que se han cometido contra nuestros semejantes. En concreto, la responsabilidad se hace cargo del otro y va a inaugurar una nueva constitución de la sociedad donde los excluidos y marginados han de ser escuchados y reparados.


Sin embargo, la responsabilidad se enfrenta con la libertad de quien ha sido implicado (directa o indirectamente) en los vejámenes hechos a un grupo de personas, ya que, “sólo somos responsables de nuestros actos, es decir, de lo que deriva de nuestra acción libre” , como lo afirmó Kant. Así mismo, los que han cometido actos libremente han de estar dispuestos a asumir su responsabilidad frente a los hechos de barbarie que han cometido, pues estos tienen repercusión en el tiempo y son morada de quienes fueron víctimas, pero, solo de los que derivan de nuestra libertad. De lo anterior, podemos preguntarnos:


  • Quienes han cometido actos injustos e inmorales, bajo la orden de un superior ¿entonces serían inocentes?

  • ¿Hasta qué punto la libertad de los actos ayuda a la resignificación de las víctimas y de los victimarios?


Acerca de la responsabilidad de los actos que una determinada persona no ha ejecutado y, sin embargo, ha sido implicado directa o indirectamente, esta consiste en que las injusticias permanecen en el tiempo dejando más violencia. Por ejemplo: un familiar de nosotros que cometió algún acto libre que daño a otras personas; o incluso, la misma omisión por parte nuestra cuando hemos sido testigos de violaciones en contra de la vida de otros. De modo que, Reyes Mate se pregunta ¿cabe hablar en estos casos de responsabilidad? Para sostener si se es responsable o no, traigo a cuestión el debate planteado en Alemania por Karl Jaspers en 1946 en su libro El problema de la culpa.


En este libro Karl Jaspers “se pregunta por el alcance de la responsabilidad de los alemanes que han protagonizado en esos 13 años de nazismo” . Sin embargo, Reyes Mate hace una salvedad frente al lenguaje utilizado por Karl Jaspers, que consistía en utilizar el término alemán “Schuld”, literalmente culpa, para referirse a la responsabilidad. Por tal razón, Reyes Mate apoyado en Hannah Arendt va a afirmar que “las culpas son individuales y las responsabilidades pueden ser colectivas” .


Jaspers presenta tres categorías muy interesantes para comprender el tema en cuestión. En primer lugar, expresa que hay una responsabilidad moral, ya que, “hay cosas que no caben en el código penal y sin embargo constituyen materia culposa o son objeto de una responsabilidad” . Por ejemplo, la tendencia que tenemos a excluir a quienes piensan diferente, aunque no es un delito, constituye una responsabilidad que debería convertirse en una “responsabilidad universal” .


En segundo lugar, indica que ocurre una responsabilidad política, que se genera por la culpa de aquellos miembros de un Estado criminal, es decir, quienes han cometido estos vejámenes no han de quedar por fuera de la responsabilidad que ellos mismos han causado, pues deben asumirla para reparar a quienes hirieron profundamente, no sólo para evocar sentimientos, sino con el fin de dar respuestas a las víctimas y a sus familias, y esto se debe llevar a cabo, así transcurra el tiempo, pues la memoria no tiene por qué olvidar el pasado.


Y, en tercer lugar, asevera, que acontece una responsabilidad metafísica, que también se puede llamar “responsabilidad absoluta”, ya que, como exponen los mitos sobre el origen del hombre, éste siempre es mostrado como inocente, lo cual se le arrebata cuando “cae”, cuando usa su libertad. Lo anterior significa, en palabras del autor: “[e]l estado natural de igualdad originario es un estado sin libertad, y cuando el hombre hace uso de la libertad, es cuando aparecen los crímenes, las desigualdades” . Es decir, las catástrofes “[d]e este mundo son producto de nuestras acciones, no son naturales como la pigmentación de la piel. Y eso debe provocar en los seres humanos una responsabilidad universal” . Sin embargo, es bueno que nos interroguemos: ¿si con la libertad el hombre comete atrocidades, entonces es mejor que no sea libre? Y, si es así ¿no estaría volviéndose en una víctima al quitarle su libertad? O más bien ¿somos conscientes y responsables de nuestros actos libres?


Por tanto, en cuanto a la responsabilidad metafísica, según Reyes Mate, ella abre “un capítulo más exigente”, pues lo que quiere plantear es una solidaridad frente al sufrimiento del otro. Es así, como el otro habla y no habla sostenido quizá en grandes teorías filosóficas, sociológicas, teológicas, antropológicas, etc., antes bien, lo hace desde su misma vulnerabilidad, que es capaz de interpelar a cualquiera. Por eso, se afirma que “[s]omos pues responsables de lo que ocurre a nuestro alrededor porque ante el sufrimiento de los demás no nos está permitido mirar a otro lado y, también, porque si el ser humano quiere conquistar a lo largo de su vida la dignidad moral no puede remitirse a las exigencias de su conciencia, sino que tiene que hacerse cargo del otro” . Esa responsabilidad lleva a que a los sin nombre, como los llama Benjamin, se les dé por primera vez un nombre, el cual es, sin excepción alguna, el de ciudadanos, pero no del “pueblo del olvido”, sino de Macondo que lucha para que sus habitantes no caigan en el olvido crónico que estanca una fidedigna historia.


Bibliografía

- Mate, R. M. Tratado de la injusticia. Editorial: Anthropos. 2011.


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