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El feminicidio ¿un problema moral?

Las estadísticas de casos de feminicidio, no solo en Colombia sino a nivel mundial, son alarmantes. Cada día crece el número de casos en los que las mujeres son víctimas de la violencia en sus diferentes características ejercida a manos de algunos hombres. En Colombia cada semana salen a la luz noticias de diferentes casos de feminicidio. Uno muy reciente es el caso de Valentina Trespalacios asesinada vilmente por su pareja. Sin embargo, no me quiero quedar en los datos de aquel crimen infame, dejemos esa tarea para los medios y las redes que saben hacer de las tragedias un completo espectáculo novelesco.

La preocupación que quiero expresar es un problema moral que se esconde tras la normalización del feminicidio y la exculpación del victimario que puede ser muchas veces de forma inconsciente. Esta preocupación, vale aclarar, surge a partir de comentarios que he escuchado y que, con intención o sin ella, son de revisar profundamente. Comentarios como “es que la mataron por meterse con otro” o “Si la violaron ¿quién la manda a vestirse de esa manera?” son algunos de los tantos prejuicios de los que surge el problema moral que quiero dejar expuesto para la reflexión del lector. Si como sociedad continuamos con la misma comprensión machista y patriarcal del mundo, nos ponemos inmediatamente en contra de unsa búsqueda de igualdad y justicia para todos. ¿Por qué? Sencillamente porque se trata de quitar libertad a una parte de la misma sociedad: las mujeres. Y es que, por ejemplo, cuando la forma de vestir de una mujer tiene que estar determinada, o más bien, sometida bajo los criterios o los instintos animales del hombre encontramos de inmediato una restricción a la igualdad. Más aún, si nos atrevemos a afirmar que a una mujer la asesinan por “meterse con otro”, por traicionar a su pareja, somos hipócritamente cómplices y solapadamente justificadores de un crimen. ¿Por qué? Por la sencilla razón que estamos dando una base o fundamento a lo que el victimario hizo.


A partir de esto último quiero recordar algo que sucedió hace unos años y que, tal vez, hemos olvidado o carece de interés para nosotros. El exterminio de judíos, enfermos mentales, gitanos, comunistas, homosexuales, etc. a manos de los nazis fue justificado al decir que los judíos eran ladrones y se llevaban el dinero; que los enfermos mentales eran un defecto de la raza; que los gitanos eran holgazanes e imperfectos; que los comunistas eran el enemigo contra la democracia; y que los homosexuales estaban enfermos. En otras palabras, ese exterminio en masa que tanto ha escandalizado a la humanidad, tuvo sus inicios en los prejuicios sembrados en la sociedad y en poner un carácter de culpa a aquellos que más adelante serían perseguidos.


Por lo tanto, mi intención aquí, como ya lo dije, es evidenciar que esos prejuicios, inculpación de las víctimas y normalización del crimen, son un problema moral en nuestra sociedad. Además, queda en evidencia la situación en la que nos encontramos: a pesar de la lucha intestina de las mujeres contra la desigualdad y la injusticia, el monstruo del patriarcado y el machismo se inserta en las conciencias de nuestra sociedad hasta el punto de que se normalicen los crímenes contra las mujeres y se dé fundamento a los mismos acudiendo a prejuicios que limitan incluso la propia libertad y el libre desarrollo de la personalidad.


Cuando decimos con “propiedad” que una mujer debe vestir de cierta manera o actuar de cierta forma para evitar que sea víctima de algún tipo de violencia, querámoslo o no, estamos exculpando en cierta forma a los victimarios, porque vaciamos en la víctima una responsabilidad. Es como si dijésemos: “ella se lo buscó”. Así pues, el problema moral que mentaba unas líneas más arriba queda a la luz para que nos preguntemos como sociedad todos los días ¿No estaremos caminando por la delgada línea de la normalización del feminicidio? Si es así, pronto veremos telenovelas en los principales canales exponiendo como un show la persecución socarrona contra las mujeres, mientras nos sentamos a verlo con una taza de palomitas y un vaso de soda.



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