¿Cuál es la educación que necesitamos para una hegemonía distinta?
- Marlon David Rojas
- 18 dic 2022
- 3 Min. de lectura
Creo que alrededor del hito de la educación se han elaborado un sinfín de reflexiones que, lastimosamente en muchos casos, se han quedado en solas reflexiones: no han podido realizar el pequeño paso de lo teórico a lo práctico. En ese orden de ideas, creo que una postura más no crearía un cambio; sino podemos usar lo que ya tenemos para poder generar precisamente ese cambio que queremos. Así, considero que la educación que necesitamos para una hegemonía distinta se encuentra plasmada en los ideales de la modernidad: la libertad, el sujeto (persona), la racionalidad y, le agrego uno más, la voluntad:
Una educación basada en la libertad: Pensar a la educación como liberadora, y no sólo pensarla, sino efectuarla, hacerla vida. Son importantes los discursos y las teorizaciones que hacemos en torno a la educación como un agente de libertad, sin embargo, creo que a veces nos quedamos como en una zona de confort, simplemente hablando de ello, mas no aplicándolo. Necesitamos una educación que lleva a la liberación: liberación de pensamiento, de actos, de la sociedad, de todo.
Una educación basada en el sujeto, en la persona: Este es otro de los puntos que se convierten en un cliché a la hora de hablar de educación. Constantemente hablamos de que es importante el estudiante, su persona y su sujeto, sin embargo, ¿cuántas veces tenemos presente eso dentro de nuestros encuentros didácticos? Cada que planeamos una clase, ¿pensamos en cada uno de los sujetos o solamente pensamos en cómo dar mejor el tema? O ¿pensamos qué actividades hacer para que sea una clase divertida sin reflexionar sobre la situación de cada estudiante? Centrarnos en el sujeto implicaría mucho más que simplemente decirlo, sino hacerlo efectivo. Llevarlo a la práctica pedagógica, didáctica y vivencial. Cambiar el enfoque enseñanza-aprendizaje por aprendizaje-enseñanza.
Una educación racional: cuando me refiero a racional no quiero decir que sea regida, exclusivamente, por unos principios lógicos y rígidos. Cuando hablo de racional, me refiero a la validez de esos conceptos y su aplicabilidad a la vida cotidiana: ¿cómo me ayuda esto en mi vida? ¿En qué sentido me hace crecer como persona? Así, entonces, haríamos un parangón entre sujeto y objeto, en este caso, los conceptos que buscamos que nuestros estudiantes asuman. Irracional sería que nuestros estudiantes aprendieran algo simplemente para llenar sus cabezas y sus libretas.
Una educación con voluntad: hablar de una educación con voluntad implica que el estudiante quiera estudiar. Si un estudiante no le agrada lo que hace en un aula, entonces será el tiempo más perdido de todos los tiempos. A veces se pretende que el estudiante aprenda cuando simplemente no tiene la voluntad de hacerlo, y esto puede ser más fuerte que la razón, e incluso que el deber. Es necesario enamorar al estudiante de su educación, luego de esto, la voluntad hará el resto. Pero, para ello es necesario que haya docentes con la voluntad de acompañar y enseñar, pues es lo mismo que con el estudiante. Si un docente no encuentra felicidad y placidez en su labor, entonces no será cautivador de aquellos que tiene delante suyo. La voluntad puede ser más fuerte que cualquier otro elemento dentro de la educación.
Estos cuatro puntos que presento líneas arriba, de igual forma, podrían servir de simples indicadores para evaluar, pretendiendo ser objetivos, el tipo de enseñanza que recibimos, o si nos dedicamos a la educación, que damos. Lastimosamente es difícil en Colombia poder realizar un cambio de paradigma educativo, pues todo el sistema de educación está intrincado y soportado por un sistema más grande: un sistema corrupto y podrido. Y, en consecuencia, también se ve afectado por este mismo mal. Cualquiera podría preguntarme: ¿Entonces cuál es la solución frente a esto? A lo cual respondo: - Yo no tengo la respuesta, la tenemos todos.
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