Si mujer que no jode es macho, ¿hombre que jode es hembra?
- Marlon David Rojas
- 11 dic 2022
- 4 Min. de lectura
Colombia es reconocido a nivel mundial por ser disque uno de los países más felices. Y uno va y le pregunta a cualquiera nativo del país del Sagrado Corazón y seguramente responderá con un sí rotundo:
Claro su mercé, nosotros somos los más felices de todo el mundo, no ve que tenemos fiestas cada que se nos viene en gana, nos gusta bailar, tomar y escuchar buena música tropical…
La proposición anterior cualquier colombiano la habrá escuchado en algún momento de su efímera vida, y también le causará orgullo. Y es que, ¿cómo no sentirse orgulloso con las ferias de las ciudades, “el buen fútbol que tenemos”, nuestras hermosas reinas de belleza, las orquestas musicales que hemos dado durante tantos años, cantantes, etc. etc.? ¿cómo no si celebramos las mejores fiestas navideñas? ¿Cómo no sentirse orgulloso de haber nacido en este rinconcito de mundo, que no es ningún rinconcito? Si nos quedamos en todo eso, pues claro, como diría un paisa: ¡Qué chimba ser colombiano!
Empero, y qué pena ser aguafiestas, así como tenemos motivos para estar orgullosos, también tenemos motivos para avergonzarnos, en este caso, de algunas producciones musicales de nuestra tierra. ¿Pero a usted cómo se le ocurre decir una cosa de esas, señor? Efectivamente, en la música propia de nuestra tierra ha estado patente un problema singular, el cual se ve reflejado en nuestra vida como sociedad, y del que quiero hablar un poquito de paja. Todos sabemos que ya estamos en las mejores temporadas del año, la decembrina; y cómo no saberlo si no se ha acabado agosto y ya en Olímpica estéreo andan vociferando: Desde septiembre se siente que viene diciembre. Llega el mes en que nace el Niño Jesús, y uno ya está harto de tanta bulla y algarabía, además, de que escasamente dejan poner los adornos de Halloween, para adornar con un tinte navideño; sin embargo, a este problema de consumismo exacerbado no me quiero referir, sino a que hace un par de días estaba con uno de mis hermanos hablando sobre música navideña. Cuando en un momento salió a relucir una canción que yo escuchaba mucho de niño, sobre todo en diciembre, porque el esposo de una tía se la cantaba. El coro, sin son ni ton, decía secamente:
“Muchacho, muchacho, mujer que no jode es macho”.
Mi hermano poco recordaba esta canción cuando me dice: ola, ahí hay un problema de misoginia. Yo quedé parco en ese momento porque nunca lo había visto de esa forma. Y es que claramente mientras se está en la fiesta cantando, tomando y bailando, a nadie se le pasa por la cabeza este tipo de cosas. Esta canción que interpreta Alfredo Gutiérrez simplemente muestra el problema tan grande de machismo que sobrevive en nuestro país. Siendo objetivos esta no es la única letra musical que tiene esta dificultad, sin embargo, fue la víctima de este escrito. Ahora bien, el problema de machismo y misoginia que presenta este texto musical se centra en algo más grande y es en las relaciones sociales que enfrentamos día a día, es un problema cotidiano de nuestra sociedad. Basta con ver noticieros o leer periódicos y constantemente se encuentran fatales noticias sobre feminicidios a niñas, mujeres adultas y mujeres mayores: Colombia es un país inseguro para ser mujer.
Los hombres, los machos alfas que se creen de este platanal, se consideran superiores y mejores que las mujeres, pues las ven como algo de carácter instrumental. Bien lo dice Silvia Federici en su obra El Calibán y la bruja, cuando se refiere a este tipo de relaciones en las cuales las mujeres exclusivamente son tenidas como unas canteras de sujetos para una sociedad. Ese joder que expresa la canción manifiesta exclusivamente que al hombre se le debe dejar quieto, no se le debe perturbar, pues en él radica la plenitud de toda la humanidad. En últimas, como dice el refrán popular: mirame y no me toqués.
Grande problema el que, tras unos versos de cara inofensivos, se nos presenta: el de una sociedad obstinada en mantenerse en un modelo de tipo patriarcal y machista, que ve a las mujeres como un utensilio más. Sin embargo, el problema no se queda exclusivamente ahí. Hablando precisamente de este tema musical con otro de mis hermanos me decía: ¡Oíste! Si mujer que no jode es macho, ¿entonces hombre que jode es hembra? En ese momento se me abrieron los ojos y pensé: ¡Claro!, ahí radica el problema. Y es que desde la perspectiva que estamos tratando de develar se le da el derecho al hombre de “joder”, pues en él radica toda la potestad para hacerlo, tiene por su naturaleza el derecho mismo a joder a quien quiera: mujeres, niños, ancianos, inclusive a otros hombres que considera inferiores. Y en ese orden de ideas, no se consideraría válida la proposición hombre que jode es hembra. Sin embargo, en ese punto se puede encontrar un error de tipo lógico, pues si la condición para considerar a un sujeto X bajo una característica Y, es que tenga una conducta Z, entonces en dicha expresión referida al hombre es totalmente válida. Como decía mi abuela, en palabras cristianas: para considerar a alguien “macho” o “hembra” requiere de la condición de “joder” o “no joder”, y esto se aplicaría para cualquier ser humano, si el hombre o la mujer joden, entonces son hembra sin ninguna duda. En este punto, a los que se rigen bajo términos machistas como que no les gustaría mucho la lógica que se presenta. Si usted es hombre y se rige bajo la lógica de la canción de Gutiérrez y cree que mujer que no jode es macho, permítame decirle que, si usted jode, entonces es hembra.
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