La pólvora: ¿legal igual a buena?
- Marlon David Rojas
- 8 ene 2023
- 3 Min. de lectura
Hoy hace ocho días que llevamos a cabo la última fiesta decembrina: el fin de año o año viejo. Esto sin lugar a dudas es un momento realmente hermoso, pues a nuestro corazón llegan los sentimientos más significativos de nuestra vida: recuerdos de los que no están, la alegría de compartir con quienes aún nos acompañan con sus vidas, los deseos y anhelos porque el nuevo año llegue cargado de éxitos. Y así, otras tantas experiencias que se convierten en parte de nosotros. Estas sensaciones se matizan aún más cuando se está lejos de la patria o de los seres que se aman. Es, pues, uno de los momentos que queremos y no queremos vivir.
Sin embargo, hay algo que también es preocupante en estas fiestas: el daño ambiental que encontramos. Y en este caso puntual me quiero referir a la pólvora utilizada en las festividades. Estando en Cali, me dirigía desde un sector llamado “Menga” hacia mi hogar. Cuando en uno de los lados de la vía vi un establecimiento que decía:
“Venta de pólvora: legal y segura”
En ese momento quedé un poco extrañado, pensé:
- Puede que aquí en Menga esté permitida la venta de pólvora.
Pero ipso facto reaccioné y pensé nuevamente:
- No puede ser posible, se supone que esto está prohibido a nivel nacional.
Y ¡ah sorpresa que me llevé cuando busqué al respecto! En Colombia realmente no está prohibida la pólvora, incluso, está legislado su uso dependiendo de tres categorías distintas, y aún más: existe una federación destinada a este producto. De modo que, si se cumple con los estándares exigidos por el Estado y con la debida documentación, se puede fabricar, distribuir y manipular pólvora. Así se crea en la conciencia social la idea de que, si está legalizada, entonces es buena. ¡Y qué problema tan grande este!
Solo bastaba asomarse a la noche del 31 de diciembre y a la madrugada del primero de enero para ver cómo era imposible apreciar las estrellas o el firmamento simplemente porque estaba opacado por el hollín de la pólvora. Y no sé si es impresión mía, pero los días 25 de diciembre y 01 de enero siempre son más calurosos de lo normal, por lo menos en Cali; de ahí que piense que esa “quemadera” de pólvora algo tiene que ver con ese cambio de clima. Existe algo que me causa aún más preocupación: los animales. Ellos, a mi juicio, son los que más sufren esta situación. El mismo día de fin de año revisando los estados del WhatsApp vi un vídeo que me partía el corazón: un perro con taquicardia causada por los juegos artificiales de la noche. La pobre creatura estaba soltando una baba espumosa de su hocico, como si estuviera convulsionando. Igualmente, en mi casa tenemos algunas mascotas, y de la misma forma ellos estaban totalmente atemorizados, y fue difícil poder tranquilizarlos pues la quema de pólvora no disminuía.
Frente a esto me queda la pregunta: ¿existe la buena pólvora y la mala pólvora? Y es que para mí no es argumento válido el afirmar que la pólvora es buena por el siempre hecho de estar legalizada. Ella hace el mismo daño estando o no legalizada: daño ambiental, daño a la fauna, y algo que no había mencionado, daño a los seres humanos (pues la cifra de quemados también es bastante alta). Ahora bien, alguien me podría decir: mira, es que de eso viven muchas familias. Sí, de esa industria vive mucha gente, pero la solución no es dejarlas en eso, sino favorecer nuevos tipos de emprendimiento seguro, sostenible y amigable con el medio ambiente. También me surge una pregunta: si desde hace mucho tiempo se sabe que la pólvora causa grandes afectaciones, incluso cobrar vidas, ¿por qué no se ha hecho algo serio al respecto? Porque uno ve por muchos lados anuncios y letreros de la alcaldía y de la Policía que dicen: “No uses pólvora, evita sanciones”; y a la hora del té, ve uno que queman pólvora como si no hubiera un mañana. ¿La solución será perseguirla ferozmente? O, por el contrario, ¿será legalizarla y controlar totalmente su producción y distribución? La primera, podría dar como resultado algo similar a lo que ocurre con las drogas, se vuelven más apetecibles y costosas, y aun así siguen en circulación. La segunda, llevaría a lo mismo que hemos estado indicando, un daño en el medio ambiente; de modo que, por lo menos ambas soluciones que pienso en este texto conllevan a lo mismo. Puede que en este momento no tenga la respuesta concreta para tan grande problema, pero es algo que como sociedad debemos reflexionar.
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